Aunque en nuestro país el mercado del alquiler suele ser a largo plazo, hoy en día, hay un creciente interés por un alquiler temporal basado en periodos más cortos.
En Finques Vallbona explicamos en qué consiste el alquiler temporal y cuáles son sus ventajas e inconvenientes.
Durante el año pasado y según un estudio especializado en alquileres temporales en Madrid y Barcelona, el porcentaje de alquiler temporal se incrementó en casi un 200%.
La característica principal de este tipo de arrendamiento es que ofrece una mayor flexibilidad a los arrendatarios, sin embargo, los propietarios aunque obtienen una mayor rentabilidad, también ven incrementados los gastos derivados de la alta rotación de inquilinos y la necesidad constante de mantener la vivienda en perfectas condiciones.
Un alquiler temporal se rige por la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), dentro de la categoría de uso distinto al de vivienda, ya que no satisface una necesidad permanente del arrendatario sino que cubre necesidades de movilidad por motivos laborales o de formación.
No obstante, y como cualquier arrendamiento, el alquiler temporal tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Alquiler temporal: ventajas
El alquiler temporal tiene tres ventajas principales:
- Sale rentable pero no se pierde la disponibilidad total de la vivienda.
- No existe un límite de precios, como ocurre por ejemplo con el tope del 2% para las rentas de los arrendamientos a largo plazo, de este modo el propietario tiene libertad para fijar el precio.
- Debido a la oferta y la demanda de este tipo de propiedades, los inquilinos suelen pagar hasta un 10% más con respecto al alquiler habitual.
Alquiler temporal: inconvenientes
No obstante, hay dos inconvenientes principales en el alquiler temporal:
- Como decíamos anteriormente, la gestión y la dedicación constante a la vivienda, ya que hay una alta rotación de inquilinos y la vivienda tiene que quedar perfecta para cada uno de ellos, por lo que se invierte más tiempo y dinero.
- El contrato de alquiler temporal tiene una serie de exigencias que tienen que cumplir tanto el propietario como el inquilino e incluye sobre todo, especificar a qué se obedece la temporalidad y por tanto acreditar inicio y fin del contrato y especificar dónde se sitúa la residencia habitual del inquilino, que tiene que ser diferente de la que se alquila.